Cuando hemos venido a enfrentarnos a la tarea de establecer una caracterización física y biológica de toda la zona dedicada a pesca a pie o marisqueo tradicional han sido distintas las tendencias entre las que hemos debido escoger para intentar llevar a cabo una exposición clara, completa y suficiente en relación con toda la zona dedicada a tal fin.

Obviamente, son nuestros propios mayores los que mejores y más extensos conocimientos tienen sobre dicha zona, y los que en principio disponen de un conocimiento vital directo, basado en la experiencia, que permitiría un conocimiento exhaustivo y completo al respecto de las características que en dicha zona se dan.

No obstante, finalmente nos hemos decidido a hacer uso de las notas tomadas durante las Jornadas de Recursos del Litoral, celebradas en esta localidad durante los días 17, 18 y 19 de abril de 2.002.

Concretamente hemos decidido circunscribirnos al contenido de la magnífica ponencia realizada por el Dr. D. José Hernando Casal, Profesor titular del Departamento de Biología Animal, Vegetal y Ecología de la Facultad de Ciencias del Mar, bajo el título “Los Recursos Pesqueros del Litoral: Los Corrales” (18 de abril de 2.002), al objeto de alejarnos de cualquier connotación subjetiva o peyorativa que podría afectar al contenido del presente capítulo si nos basáramos en los propios conocimientos internos de los miembros de esta entidad, adaptándonos de este modo a una exposición más objetiva y técnica.

Antes de abordar el contenido de dicha ponencia, en cualquier caso, estimamos procedente y hasta necesario recordar que, al hablar de toda la franja de abrasión litoral, nos estamos refiriendo a una zona que abarca una longitud de 12.600 metros, es decir, coincidente con todo el litoral municipal de Chipiona, y que se encuentra dividido en un total de seis playas.

Con carácter simultáneo a dicho dato fidedigno, existe otro de más difícil especificación: la profundidad o anchura.

De acuerdo con los términos acordados en la reunión del 12-02-2.001, dicha zona tendría la anchura de la “franja de abrasión litoral”, la cual habría que entenderla como la correspondiente a toda la superficie que es posible cubrir a pie desde la línea de orilla en bajamar, con un margen de seguridad adicional de 15 (QUINCE) metros. Las irregularidades propias del fondo, y las propias diferencias entre unos fondos y otros dentro de la riqueza de hábitats y condiciones naturales que encontramos dentro de nuestro propio litoral municipal, hacen de esta medida un dato-guía que no puede ser tratado como un valor definido, impidiendo así un cálculo de superficie de zona tras confrontarlo con la medida sí conocida y correspondiente a la longitud antes indicada.

Entrando ya de lleno en el contenido de la ponencia del Dr. Hernando Casal, éste dividía la zona objeto de esta tradicional fórmula de pesca a pie o marisqueo tradicional en dos: la zona intermareal, que a su vez incluye a los propios corrales de pesca, y los sistemas sublitorales.

LA ZONA INTERMAREAL.

Como su propio nombre indica, la zona intermareal vendrá a entenderse como aquélla que alternativamente se verá cubierta o no por la masa de agua, en función del ciclo constante de las mareas en sus estados de pleamar y bajamar.

Dicha zona intermareal, en función de la composición de sus fondos, podría ser dividida a su vez en dos sectores diferenciados:

1.- La zona intermareal rocosa.

En esta zona podremos encontrar unas características especiales que la definen:

  • Al ser zonas rocosas tienen un sustrato duro, que permite la existencia de pozas o zonas con agua que proporcionan refugio a la flora y a la fauna y que posibilitan, a un mismo tiempo, la colonización de la zona por las distintas especies.
  • Están sometidas a la acción diaria de las mareas, por lo que registran una importante exposición al aire y a la insolación.
  • Están sometidas, de igual modo, a la acción del viento que permite, aunque sea en un grado mínimo, mantener el agua retenida en movimiento y que incrementa la disolución en la misma del oxígeno que permitirá la respiración de los animales acuáticos.
  • Se ven expuestas al oleaje o al movimiento del agua, que está batiendo continuamente.

Esta zona está colonizada por especies vegetales y animales que han llevado a cabo una importante adaptación fisiológica y de comportamiento a las circunstancias propias que se detallan: las algas y animales de pequeño tamaño que se alimentan de las mismas (tal y como sería el caso de los oligoquetos, los isópodos y los anfípodos).

Se cita también la presencia de pequeños moluscos, como el caso de la “Gibbula umbilicatis”, representante también de la facción herbívora de la fauna por alimentarse igualmente de las algas, tanto microscópicas como macroscópicas.

Registramos en este tipo de zona, de igual modo, la presencia de cangrejos (por ejemplo, la “Eriphia verrucosa”), o lo que es lo mismo, crustáceos omnívoros.

Otra especie característica de esta zona sería el erizo o “Paracentrotus lividus”, que vive entre las grietas de este intermareal rocoso, que es donde busca su protección y alimento, aprovechando prácticamente todo lo que se deposita sobre la zona rocosa.

Entre la fauna presente en este tipo de zona se da también la presencia de peces, pudiendo diferenciar tres tipos de especies en atención a sus características:

  • Especies residentes permanentes: son aquellos que viven permanentemente en el intermareal rocoso. Tienen el cuerpo alargado y lateralmente comprimido o deprimido. Están provistos de movimientos rápidos de huida y de ataque. Han registrado mecanismos de adaptación (no tan solo adaptaciones fisiológicas, sino también adaptaciones del comportamiento) a las características que identifican este medio: exposición al aire y al sol, a la disminución de la cantidad de oxígeno disuelto en el agua y a un aumento de la salinidad por evaporación del agua retenida.

    Las especies animales que se encuentran dentro de esta zona están distribuidas en razón del gradiante de profundidad y las características asociadas a dicho gradiante: a mayor profundidad, menor luminosidad, mayor salinidad, menor cantidad de oxígeno disuelto en el agua y menor temperatura.

    Las especies residentes más frecuentes en esta zona son los Blénidos, Góbidos y Gobiesónidos, todos los cuales se encuentran perfectamente adaptados a este medio (por ejemplo, los Góbidos tienen sus aletas ventrales adaptadas de forma que puedan actuar como ventosas para afianzarse a las rocas y evitar el movimiento del batir constante del agua).
  • Especies residentes parciales: por lo general están integradas por miembros de especies en estadios juveniles y que viven durante esta parte de su vida en esta zona intermareal rocosa, que constituye para ellos una zona de alimentación durante este tiempo y donde encuentran la protección del escaso calado o profundidad del agua, que impide la acción de los depredadores.
  • Especies visitantes, que a su vez pueden ser divididas en dos tipos diferentes:
    • Especies visitantes que están adaptadas a las características del sistema intermareal y que podrían denominarse “especies visitantes de marea”. Son especímenes adultos que utilizan este hábitat intermareal rocoso para alimentarse en los períodos de pleamar.
    • Especies visitantes estacionales: que utilizan estas zonas como áreas de puesta o freza y, por lo tanto, únicamente durante una época determinada de su ciclo vital.

2.- La zona intermareal de fondo blando.

Constituyen lo que todos venimos a conocer bajo el término de “playas”.

Sus características identificadoras serían las siguientes:

  • Tienen sustrato blando: bien de limo o bien de arena.
  • Son fondos inestables, sometidos al embate de la marea y del oleaje.
  • Se da una importante ausencia de refugios para las especies.
  • Se registra una importante ausencia de vegetación.
  • Por ser también zona intermareal, igualmente se registra una fuerte acción de la marea, exposición al aire, a la luz, al oleaje...

Las especies que encontramos en la zona intermareal de fondo blando varían de las de fondo rocoso, en atención a las distintas características existentes:

  • Especies residentes: a su vez divisibles en:
    • Pequeñas especies planctívoras que viven en la columna de agua y que se mueven en bancos de protección por toda la zona: pejerreyes, sardinas, boquerones...
      Son peces que se alimentan de pequeños invertebrados que encuentran, por lo general, enterrados en la tierra y, casi siempre, sirviéndose de un sistema de detección por barbillas táctiles.
    • Peces planos: como el lenguado, la solla, el rodaballo, las rayas... que tienen una coloración críptica para confundirse contra el fondo y poder conseguir su alimento a la espera.
  • Especies visitantes:
    • Especies estacionales que aprovechan estas áreas como zonas de puesta o alevinaje (entendida como la etapa que transcurre desde el estadio de huevo al estadio de alevín).
    • Especies ocasionales que realizan migraciones a lo largo de la línea de la costa y hacen incursiones de alimentación en esta zona.

LA ZONA SUBLITORAL

En ella ya no se registra la característica propia de la zona intermareal, dado que está permanentemente cubierta por la masa de agua, extendiéndose hasta los 50 metros de profundidad.

Sus características principales son las siguientes:

  • Existe una gran cantidad de recursos.
  • Existe menos cantidad de luz y de oxígeno que en la zona intermareal.
  • Cuanto mayor es la profundidad, mayor es la estabilidad que existe.
  • Existen grandes extensiones de vegetación que conforman zonas de refugio y de alimentación para determinadas especies.

Los factores que influyen en la distribución de especies en esta zona serán:

  • La profundidad.
  • La pendiente.

Cuando hablamos de zona sublitoral nos estamos refiriendo casi invariablemente a zona sublitoral arenosa, dado que las zonas sublitorales de fondo rocoso constituyen núcleos diseminados adyacentes a grandes extensiones arenosas.

En atención a los tipos de fondo, manteniéndonos siempre en su característica predominantemente arenosa, nos podemos encontrar con tres tipos principales diferenciados:

  • La zona adyacente al litoral, caracterizada por:
    • Es la de menor profundidad de la zona.
    • Sigue afectada por la marea, la corriente y el oleaje.
    • Tiene poca vegetación.
    • Registra poca protección para sus residentes.
    • Mantiene pocas comunidades estables.
    • Las especies son prácticamente las mismas que las vistas para la zona intermareal arenosa (por lo general, peces planos).
  • Las zonas en cuyo fondo encontramos praderas de farenógamas:
    • Son zonas que suelen ocupar grandes extensiones.
    • Las farenógamas contribuyen a la consolidación del sustrato.
    • Ofrecen mayor grado de refugio a las especies que la habitan.
    • Ofrecen posibilidades de alimentación a las especies herbívoras (que a su vez atraen a los depredadores piscívoros u omnívoros).
    • Son áreas de productividad elevada, al contar con grandes recursos de productores primarios, que constituyen la base de una cadena trófica.
    • Reúnen poblaciones en período de alevinaje (del estadio de huevo al de alevín) que también atraen a los depredadores.
  • Las zonas en cuyo fondo encontramos algas no farenógamas:
    • Son zonas menos productivas y menos estables que las praderas de farenógamas.
    • Suelen constituir hábitats para especies de interés comercial.
    • Suelen constituir hábitats para especies en período adulto, a diferencia de las praderas de farenógamas, en las que encontrábamos especialmente alevines.

Ambas zonas analizadas funcionan de manera conjunta, no como áreas separadas e independientes.

Así, si partimos del estadio de huevo (por lo general planctónicos), con capacidad de flotación por estar dotados de una gota de aceite con dicho cometido, se inicia el ciclo en la parte más próxima a la superficie.

Dichos huevos eclosionarán en peces en estado de alevines, que ocuparán inicialmente la zona intermareal, en donde se mantendrán también durante la etapa juvenil (si bien ya pueden irse distribuyendo hacia la zona sublitoral adyacente si encuentran masas vegetales que le proporcionen cierta protección).

Siguiendo con sus fases de crecimiento (siempre dependientes de la temperatura del agua), se alcanzarán los estados de subadulto y adulto, pasando en cada uno de ellos a unos gradientes inferiores o de mayor profundidad, hasta alcanzar los niveles más bajos de la zona sublitoral cuando ya estén plenamente desarrollados como reproductores dispuestos a la generación de nuevos huevos que iniciarán nuevamente todo el proceso.

Se acompaña como parte integrante de este apartado y a título orientativo (dada la problemática para llevar a cabo su exacta composición en atención a lo señalado durante la redacción del presente Apartado con relación a la anchura de la franja de abrasión litoral) un plano especificando aproximadamente la zona que vendría a entenderse como “franja de abrasión litoral” y, por ello, de la zona dedicada a la actividad de pesca a pie o marisqueo tradicional, incluyendo tanto los propios corrales de pesca como aquellos espacios existentes entre ellos y que de igual modo resultan hábiles para la práctica de esta actividad tradicional.

Dicha zona se identifica plenamente con las zonas intermareales analizadas, que a su vez dependen de su interconexión con la zona sublitoral según ha quedado indicado en la conclusión final insertada tras la explicación de estas dos zonas.

 

Zona dedicada a pesca a pie o marisqueo tradicional. Franja de abrasión litoral aproximada.
Corresponde a la zona verde aledaña a la costa.


Reproducción parcial autorizada de la Carta Naútica 442, publicada por el Instituto Hidrógrafico de la Marina.
NO VÁLIDA PARA LA NAVEGACIÓN